Saturday, December 28, 2013

TexteArte


Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que los poetas siempre lo dijeron. Nunca lo entendí muy bien, pero seguí mi vida tranquila sabiendo que, en el peor de los casos, podía contar con aquella máxima cabal.

En un concierto el otro día, vi que todo el mundo levantaba su celular. Cientos, miles de cámaras grabando la música. Alguien aspirará a ver el concierto, me pregunté. No que yo fuese la gran inocente reflexiva de la noche. Aunque no tomé vídeos, “textié” casi compulsivamente con alguien que no fue, comentando el recuento exhaustivo de cada acontecimiento, cual minuto a minuto de endi.com.

Una lo ve a diario y, aun participando de esta nueva vida, sabe que hay algo muy extraño ahí. Tal vez porque recuerdas cuando la foto de una fiesta, por ejemplo, era un encuentro más casual con la vida, casi un accidente cuya finalidad misma era atrapar la espontaneidad de un instante. Tienes todavía fresca la memoria de cuando un acercamiento requería el heroísmo de una llamada, la nerviosa incomodidad de una conversación en tiempo real.

No es una queja. El autopanóptico tiene sus propios postulados de entendimiento. Ves a la gente tomándose las fotos de la felicidad compulsiva en la fiesta que tú presumes alguien está, en efecto, disfrutando porque sí, al momento, con sus propios elementos disponibles. Sin la asistencia de una conexión virtual con un más allá que se presenta a su propia ausencia. Pero igual me pregunto, ¿acaso alguien alguna vez disfrutó de la fiesta tal cual? ¿El presente no fue siempre un pasado expansivo, una ansiosa decodificación del futuro?

Me enternece este nuevo mundo de la cercanía, donde podemos conectarnos con un par de palabras tiradas al aire. Pero no por eso dejo de preguntarme si existe alguien aquí ahora, o estamos todos en el tránsito de las ondas, esperando que nos lean el subtexto del texto.

Debe ser la Navidad, que me pone reflexiva, pero recordé a aquellas poetas; las veces que las escuché musitar a media luz, velloneras siempre en el fondo, vasos medio vacíos: “La vida está en otra parte”.

Sunday, December 8, 2013

Estado huracanado


Perdí la noción de los días que lleva este viento grave golpeando las puertas y las ventanas a absolutamente todas las horas. Nunca quise nombrarlo. Para que existiera menos. Pero la seriedad de esto ya es aplastante.

No sé qué más hacer para no enloquecer demasiado con este viento que parece un tigre golpeándolo todo: ventanas, puertas, copas, floreros. Día y noche. Sin pausa. De hecho, ya enloquecí.

"Increíble este clima", me digo, y regreso a mis asuntos. Pero vuelvo a abrir bien poquito una ventana, apenas una rendija, en un gran acto de fe y de estupidez; sólo para empezar a sentir de nuevo, uno a uno, los objetos, el sonido agudo de su caída estrepitosa: tazas, cuadros, marcos, figuritas.

Los observo caer. Sigo escribiendo.