Parecía tan sencillo. Apenas se trataría de aprobar una ley que
ha debido existir desde hace mucho tiempo: Prohibir la discriminación por razón
de preferencia sexual e identidad de género.
¿Cuál es la emergencia nacional? ¿Por qué este pánico? Cuántas veces
hubo que decirle a la senadora Rossana López que podía salir de su escondite,
decir lo que quisiera. Es lamentable que, siendo tan joven, sufra de esos
ataques de miedo. La criticarán, Senadora. Más allá de eso, la vida continúa. Relájese,
exprésese. Eso sí, trate de decir algo. He visto cómo está desarrollando una
especialidad en hablar sin decir nada. Sé que no es fácil. La competencia está
fuerte. Al menos por el ala azul, coronada por el verbo del tal Chayanne
Martínez, encontrará toda una mina de desvarío y necedad creativa. Desde el
temerario “tengo que aclarar que tengo amigos gay pero…" hasta los “amigos lésbicos”, las “nominaciones” sexuales, “los peligros de
la niñez, tan volátil”, y “los compañeros
(gay) que por no ser discretos con su intimidad se expusieron a la violencia”.
El discrimen, en todas sus formas, es como el secuestro, como el
asesinato, como la violación. Nadie puede estar a favor de él. Para que las
democracias puedan desarrollarse y ser inclusivas, hay que erradicar
absolutamente todas las formas de discrimen. Eso es lo que logró encausar el
Senado con la aprobación del proyecto 238 a pesar de la delegación de
analfabetas del PNP. Y es también lo que deberá hacer la Cámara próximamente.
Si las iglesias quieren condenar la homo, trans, bi,
intersexualidad, o el sexo mismo; si gustan de abogar por el matrimonio entre
hombres y mujeres de fe, para eso tienen libertad de púlpito. Que convoquen a quienes
quieran y les pandereteen y les griten por los altoparlantes las bondades del casamiento,
de la heterosexualidad, de la falda larga y el pelo largo y el diezmo más largo
todavía, si es que eso les alivia el ardor moral.
Pero que entiendan que con el estado de derecho no
pueden meterse. Y que no lo digo yo. Lo dice el sentido común. Y la
Constitución de Puerto Rico.
Publicado originalmente en el diario El Nuevo Día el 18 mayo de 2013.