Friday, February 20, 2015

Imprescindibles

 

A veces, con bastante temor, imagino cómo se nos verá desde afuera. En estos días, por ejemplo, las cosas que antes me parecían completamente lunáticas hasta palidecen: la familia Adams al pleno entre aquellos animales salvajes disecados; el recuerdo indeleble del chupacabras; la estatua de Colón decapitada deambulando por el mundo; el ovnipuerto de Lajas. 

Si bien todo esto era bochornoso, excéntrico y absurdo, los sucesos de hoy día son mucho más desafiantes. Si algo ha revelado (o tal vez reiterado) la discusión sobre la necesidad de perspectiva de género es el alto nivel de analfabetismo que hay en Puerto Rico. La ignorancia imperante y numerosa creo que nos ha espantado a todas las personas que no creemos en mezclar las creencias sobre Dios con el ejercicio del derecho y la construcción de una sociedad justa y equitativa.

Quien esté observando las últimas semanas desde el más allá, fácilmente puede deducir que esta es una isla salvaje, donde gente supuestamente fervorosa del amor de Dios se opone a derechos muy elementales para la convivencia humana; donde la Policía sugiere que las mujeres que caminamos solas por la calle somos moralmente sospechosas (así nos haya atropellado un conductor negligente). El único país del mundo donde se sigue construyendo en la orilla misma del mar y no al lado contrario como dicta el sentido común universal.

Un país que, en medio de la quiebra económica más estrepitosa, sigue emitiendo cientos de millones de dólares en bonos para pistas de patinaje y monumentos al veterano. Una colonia cuya estridencia puede ser tan y tan amenazante, que el mero hecho de que un líder independentista se levante a hablar en una cumbre de países vecinos puede desatar una crisis internacional.

Al menos sigue habiendo gente que se levanta y actúa allí donde provoca malestar. Habrá aquí un país de analfabetos fanáticos. Pero también hay un país impertinente que no se va a callar la boca; mujeres que vamos a seguir caminando solas por la calle del medio; personas dispuestas a seguir demostrando toda su incredulidad, toda su ira, toda su esperanza. Ésas son “las imprescindibles”.