Friday, August 6, 2010
Sobeida
Acepto que yo también tengo cierta fascinación por Sobeida. O más bien estoy obsesionada con el encantamiento que este personaje provoca en la República Dominicana. Desde que se escapó de allí hace casi un año, en un operativo soberbio que no dejó rastros, y ahora que se entregó en Puerto Rico y fue extraditada a la República, el pueblo dominicano se ha rendido a la obsesión por Sobeida, al punto de haberle hecho hasta un espontáneo recibimiento de pueblo en la cárcel donde fue recluida.
Obviamente ha habido polarización. El país parece haberse dividido en dos: los puros y los impuros.
Los primeros son los portadores del decoro dominicano, representados en las plumas de decenas de analistas que lamentan “profundamente” el estado de “descomposición social” que atraviesa el país y que se evidencia en el culto a Sobeida y su compañero, Junior Cápsula. Sostienen que la observación obsesiva de esta mujer es síntoma de una aceptación benévola de la violencia, la corrupción y la búsqueda del dinero fácil.
Pero a mí me ha interesado el otro grupo; el que sostiene que en el morbo por Sobeida -por su belleza y gracia, por su cuerpazo, por su cartera Louis Vuitton de 900 dólares con que llegó a la cárcel, por esa sonrisita sostenida que nadie sabe interpretar y por su historia de Cenicienta posmoderna- está recogida, no sólo una realidad sino toda una sabiduría dominicana. Dicen los ‘impuros’ que esa sociedad ha aprendido que no existen diferencias reales entre los políticos corruptos y los capos de la droga. Son igual de delincuentes. “Lo único que varía es el bando al que se pertenezca”.
Un grupo de cineastas jóvenes hizo un video cómico en el que buscaban a Sobeida en los sitios más insólitos con tal de ganarse el millón de pesos de recompensa que ofrecían por su paradero, con los cuales querían hacer una película. Me gustó su franqueza y nivel de introspección. Al final, cuando se dan por vencidos en su búsqueda, el joven director dice: “Tal vez lo único cierto es que, en este país, todo el mundo tiene una Sobeida que esconder”.
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