Wednesday, January 26, 2011

Cronopios


“Tú no puedes conmigo. Porque mi corazón es más grande que el tuyo”.

El muchacho está inmovilizado por un policía gigantesco. Le lanza estas palabras en medio de su arresto por desobediencia civil. En esos primeros segundos, el policía es una cosa enorme, imponente. Hasta que el joven nos derrumba a todos con su decreto. Entonces el guardia - todo músculo él- se va reduciendo hasta ser casi nada.

Le doy ‘replay’. Observo bien a este muchacho. Quiero encontrar en su gesto, en su voz iracunda y temblorosa, en el movimiento de sus manos atadas, el signo exacto de la rabia y del amor.

Son cronopios, pienso. Seres increíbles, casi mágicos, logrando lo inimaginable: actuar en este ámbito de fábula.

Como los personajes mágicos de Cortázar, los estudiantes no estaban inscritos en nuestra lengua. Han salido de la modorra a cargar -solos- las mal repartidas rebeldías y valentías, las noblezas y convicciones de un archipiélago hundido.

No es fácil ser los jóvenes más talentosos del país y que te traten mucho peor que a los más grandes criminales. No es fácil ser un joven con ideas en uno de los países más violentos del mundo; recibir (y resistir) la violencia del Estado a cambio de defender los derechos de todo un pueblo, y luego ser acusado de violento por romper un cristal mientras los narcotraficantes y los políticos lo destruyen todo sin que nadie se meta con ellos. No es fácil resistir tanta hipocresía a tan temprana edad. Como tampoco lo es defender la decisión democrática de todo un estudiantado, para luego ver pasar a los rompehuelgas, muy decididos a tomar sus exámenes por pura cobardía.

Un día una se da cuenta de que la suerte ya estaba echada: están los que luchan y se sacrifican, y están los que siempre seguirán andando en línea recta, haciendo las cosas como alguien siempre querrá que las hagan, atravesando el próximo portón hasta volverse sólo un punto lejano en el horizonte.

Esos dos tipos de seres que constituyen dos mundos radicalmente distintos tendrán que seguir conviviendo por los siglos de los siglos.

No será fácil. Pero confío en estos cronopios. Si algo han demostrado, es que están bien armados para transformar esta fábula, corazón a corazón.

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