Y
ahora qué, Sr. presidente Rafael Correa. Ha sido muy macho usted, silenciando
fulminantemente a Paola Pabón, asambleísta de su partido, y quien sólo proponía la despenalización del
aborto en casos de violación.
Su
chantaje, esa rabieta violenta, profundamente infantil de que renunciaría a su
puesto si la medida se aprobaba, fue devastador. No sólo para las mujeres
ecuatorianas sino para toda esa América latina que lo ha mirado como a un
revolucionario, como a alguien que venía a adelantar la paz, la justicia, a
mejorar la vida de la gente más olvidada del mundo, no sólo en su país sino en
todo el continente.
Ahora
qué hará, Sr. Presidente, con la responsabilidad directa en cada aborto clandestino,
en el suicidio de una mujer violada. Qué con las más de 95,000 mujeres que abortan en su país
cada año,
según datos de la OMS.
Un aborto cada 4 minutos. Qué con las 1.962 denuncias por violación que se presentaron en 2011,
según el Instituto Nacional de Estadísticas. Qué con el promedio de 5 violaciones
diarias, de las cuales existe el riesgo de embarazo entre el 10 y el 15% de
esas mujeres.
¿Con
qué fuerza moral va usted a hablarnos sobre “el derecho a la vida”? ¿A qué
vida, señor Presidente? A la de los hombres, será, que son los únicos cuyo
cuerpo y supervivencia nadie tipifica.
¿Nos
dará otro discurso épico sobre la vida como fenómeno biológico, sobre la
humanidad prenatal? A mí usted no me mueve un pelo cuando se llama humanista
por defender los derechos del niño no nacido mientras rehúsa otorgárselos a las
niñas que sí viven, y que viven ya suficientemente mal, y tampoco pueden
mejorar sus vidas con un aborto cuando son violadas. Por el contrario, lo único
que pueden hacer es ponerla en peligro con un aborto clandestino. Es decir, lo
que le queda a una niña violada en Ecuador, como en tantos países supuestamente
“revolucionarios” de América Latina, es volver a violarse ella misma. Esa es la
solución, señor Presidente. Violarnos después que nos violan. Qué legado tan
revolucionario.
Esta columna se publicó en el diario El Nuevo Día en Puerto Rico el 18 de octubre de 2013.
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