Soplo de vida. Clarice Lispector no merecía que yo utilizara su frase (venida del portugués) para un anuncio de una limpiadora facial pero son cosas que ocurren. No dije que la limpiadora fuera un soplo de vida literalmente (jamás habría sido capaz de semejante acto). Escribí ‘soplo de energía’. Los clientes requerían que se hablara de un cierto vigor que la espuma provocaría en el rostro de sus usuarias cada mañana.
Estaba muy satisfecha, para qué negarlo. Se vendería la espuma, decreté, y seguí con mis asuntos. Hasta que me topé con el anuncio en una revista.
Una sabe que los textos sufren cambios en su periplo por las manos de decenas de expertos en espumas. Así debe ser. Me parece bien que los ejecutivos armen su mundo, su lenguaje e iconografía. Así nadie se engaña, se advierte de inmediato: “Es publicidad. Alguien desea vender algo”.
Pero esto fue distinto. Vi mi anuncio; y la bella palabra que es ‘soplo’ no figuraba en lugar alguno. ‘Soplo’. Más tensa y frontal e incitadora no existe otra. (Bueno, una se pone dramática a veces). ‘Soplo’. Algún experto en espumas la había sustituido por ‘Splash’. “Un splash de energía”, prometía.
¿No existe una evidente superioridad en el término autóctono? ¿No es obvia la naturaleza ordinaria de ese splash onomatopéyico? ¿Soy demasiado conservadora al insistir en el valor de nuestro idioma? ¿Sigue siendo el español nuestro idioma? ¿Realmente podríamos expresarnos en alguna otra lengua?
Si hay tanta gente que quiere meter el inglés así porque sí; si les parece que les impregna un cierto glamour; algún trasuntito cinematográfico. Si optan por la vagancia de no explotar el vocabulario propio, así de inmenso y versátil, ¿debe una entonces seguir con la encrucijada del español, con la paranoia política y cultural, con esta cierta nostalgia? ¿Se ha convertido esto ya en eso, en pura melancolía? ¿Dónde fue a tener esa idea de que la lengua es una ideología, y cada palabra una idea por concebir?
Imaginaré mis palabras ultramarinas. “Su pan repartido”, otra de Lispector que me mata. ¿Cómo podría decirlo con más caché? “Her spread bread”. Qué bello. ¿Ve? Ya mismo cedo ante la modita esta.
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