Monday, March 1, 2010

Homicidas


Siempre hemos asesinado a los haitianos. Para los países que le rodeamos desde el relativo confort, el terremoto tan sólo ha abierto la herida enorme del sentimiento de culpa, de la inacción disfrazada de impotencia, de la verdadera inmoralidad.
Una de las cosas que más me impresionó en la escuela graduada de Periodismo fue algo que aparecía en un libro de texto como un hecho: mientras más oscura es la piel de la gente, menos valor tienen en la jerarquía noticiosa de las empresas periodísticas. Es espeluznante, decían nuestros profesores. Pero no por eso menos cierto. Todavía, cada vez que lo compruebo, me impresiona muchísimo.

De vez en cuando -casi siempre tras una catástrofe- salen en la prensa las historias brutales sobre la supervivencia de Haití. Tras los fuertes huracanes de 2008, los medios daban cuenta de las galletas de lodo con que se alimentan los niños allí. ¿Qué puede ser más violento y más perverso que, a tan sólo 300 millas de nuestro país, la gente coma galletas de barro mientras nosotros botamos toneladas de comida? No sé en Puerto Rico pero, en Estados Unidos, se botan 100 billones de toneladas de alimentos cada año, según los datos más conservadores.

Leo los detalles sobre la nueva muerte de Haití mientras tomo un café con tostadas. Observo a mis vecinos de mesas pasar las páginas igual que yo, y pienso que en este acto hay un homicidio compartido. ¿O acaso pasar la página de los niños haitianos y seguir en lo nuestro no es virtualmente lo mismo que asesinarlos?

No hay algo más terrorífico que encontrarse en la temeridad ajena. Mirar el periódico y, en la peor de las noticias, viendo esa manera fatal que tiene el mundo, encontrarse; saberse parte de la atrocidad. Pero no son cosas que se quieran compartir realmente. Cuando una se halla en el terror ajeno, no se levanta y va donde el cónyuge a decirle sutil, livianamente: “Yo también maté a ese niño”.

No, una se da cuenta, se lo dice a sí misma en sigilo, siente la soledad terrible y luego pasa la página una vez más.

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