Saturday, March 5, 2011
Oscar
Veo a lo lejos una piscina calmosa, el viento apenas ondulando el agua azul turquesa y recuerdo aquella entrevista donde Carlos Alberto Torres cuenta su llegada a Puerto Rico tras 30 años de injusto encarcelamiento: “El primer día, se lanzó a una piscina en la casa de un amigo. Lo había soñado tanto… Se tiró al agua y de inmediato tuvo la sensación de que había dejado la prisión atrás para siempre. ‘Tuve la sensación de que nunca estuve preso’”.
Yo había leído y escuchado tanto sobre la libertad; pero jamás vi un relato más contundente. Cuando corría y corría y llegaba hasta el mar como decir lo más lejos posible, y no me quedaba más remedio que detenerme en una orilla, yo sabía que agua y libertad estaban imbricadas. Pero todavía entonces me era oculta la relación. Y jamás pensé que la libertad pudiera estar en un pozo de agua.
Ahora nos falta Oscar López Rivera. Son 30 años también, encerrado por conspiración sediciosa. Sin matar a nadie, sin cometer un crimen violento. Lo llevaron esposado de pies y manos a su vista con la Junta de libertad bajo palabra. No permitieron observadores a favor de la petición de excarcelación, en abierta violación al reglamento pero sí permitieron la entrada de los opositores. Todos los planteamientos de su abogada, la Lcda. Jan Susler, fueron declarados no ha lugar y agentes del FBI presenciaron la vista, tomando notas. De un plumazo, como si dijera polvo, el examinador recomendó 15 años más de cárcel. Para ser una colonia ínfima que no hace titulares en la metrópolis, la verdad es que nos tienen demasiado odio.
He visto el álbum familiar de Oscar López, siempre evolucionando en la misma sala de paredes amarillas. Cuando entró a la cárcel, su hija Clarisa era pequeñita. Visitándolo, se hizo grande. Entonces nació Karina, su nieta. Ha crecido muchísimo. Ya está en la Universidad, y todavía Oscar aparece en las fotos con el mismo uniforme, siempre con el rostro apacible, siempre sonriente, paciente; tierno.
En estos días se conocerá la decisión de la Junta. No sé qué forma tendrá para Oscar la libertad. Pero, con gran urgencia, exijo para él su pronto chapuzón.
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