Thursday, June 23, 2011

Risa


Este ritual diario ya no es tan inofensivo como creí. El panorama es trágico. Y sin embargo, nos reímos a carcajadas. El lunes pasé por San Juan y me reí a morir. Todo tan ridículo, tan absurdo: las banderas americanas, los súbitos arreglos de las calles, el efusivo transplante de árboles, todo ese concepto de construir una noción de felicidad y bienestar evidentemente artificial pero -además- en la misma cara de la desgracia.

El patetismo de los carteles (‘Proud to be part of history’) fue más difícil de tragar pero confieso que también me reí. Y cuando supe que la bandera americana aparecía al revés en todos esos anuncios y que eso significaba catástrofe, eso constituyó risa aparte.

No piensen que sólo me reí de los que se arrastran como reptiles. Si algo fue descabellado, irracional, fue la incapacidad de los independentistas en unirse un día, a una hora, bajo el solo nombre de Oscar López. Eso fue realmente absurdo, burlesco y, por tanto, cómico. Dicen que la risa es uno de los más crudos mecanismos de defensa.

Llegó el Presidente y me reí más. Del patetismo de todo. De un hombre inteligente que se presta no sólo a decir tonterías sino a explotar y luego ignorar descaradamente a un país roto, de cuya fatalidad él también es responsable. Me reí violentamente de toda esa gente que va y pone el cachete, sabiendo que le van a patear la cara. Del desplante al Gobernador me reí vengativa, perversamente.

Obama se fue sin mirar atrás. Sé que estaba escrito que así sería y será. Pero, después de reírme tanto, ya de noche, con ese silencio de esas horas, el efecto de la película se me volvió espeso. A veces, no sé si en el estómago o en el corazón, algo muy amargo, duro como los golpes del odio de dios, sobreviene a la risa. Tal vez de día una tiene la ilusión de que reír te distancia en algo del ridículo y la catástrofe. Pero de noche pasa algo. Como que, tal vez por esa extraña evidencia que revela la oscuridad, una se enfrenta a lo más terrible: la verdad impúdica de que todos, sin distinción, somos parte de esta fábula cruel.

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