Sunday, July 17, 2011
Clickeología
De vez en cuando ‘clickeo’ las noticias de Maripily. Hay personajes igualmente patéticos que me causan más curiosidad. Pero tiene su morbo leer sus melodramas y me gusta inspeccionarla físicamente, ver cómo va progresando la empresa de su cuerpo. Contrario a las masas, que se concentraron en la reconstrucción de sus senos, creo que la parte que ha registrado un crecimiento sustantivo de valor en los últimos años son sus abdominales. Es ahí donde radica su éxito más palpable.
Presumo que con gran disciplina, un sistema terrorista de privación alimentaria y la benévola ayuda del escalpelo, Maripily logró la transformación de ‘chubbycita’ a mamota cachetoncita pero bien dura. Sin embargo, su rito de iniciación no la elevó un escalón más allá de la cultura del lumpenato, ese lugar que definitivamente ha sabido conquistar y donde también ha sabido permanecer.
Creo que el fenómeno de la ‘clickeología’ Maripily responde a nuestro propio narcisismo. Es demasiado fácil e instantáneo sentirse superior ante ella. No sólo porque nos vemos mucho más inteligentes y razonables de lo que realmente somos sino porque, de cierto modo, nos excita saber que, por más que este personaje se siga esmerando en la empresa de su cuerpo, por más anaranjada que se pinte la piel, por más maridos ricos que añada a su huella sexual, por más ‘negocios’ que emprenda y carteras de señora que compre, hay un lugar inamovible para ella en la cultura: el de la pornografía de bajísima calidad. Y no me refiero a la desnudez física que ella tanto ha explotado y que no condeno sino a esa eterna exposición de su intimidad, la narrativa de una novela pésima y cursi que, sin embargo, vende, incita.
Lo que es inadmisible es que los medios eleven su pornografía a reportaje de portada. Una masa enorme de gente puede darle ‘click’ a una nota que no diga nada, que no aporte en lo más mínimo a cambiar nuestra vida. Eso no significa que los lectores no queremos más. Ni que los periódicos puedan dejar de hacer su trabajo. Bien por Maripily si vende. Pero no es aceptable sustituir reportajes trascendentales, de calidad, por alguien que no tiene absolutamente nada que decir.
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