Ocupar el mundo. El plan, no sé si por insaciable, no sé si por
obstinado, si por terminal, me somete a una obediencia de lo insólito e
imprevisible, de la esperanza.
Mis amigos, tímidos, me invitan a ocupar la Milla de Oro y yo –al
otro lado de la computadora, en efecto- me excito y me abrumo con la idea de la
ocupación. Imagino a un grupo de nosotros posado en las escalinatas de mármol
de un edificio gris, en victoria, anunciando por un altoparlante que hemos al
fin salido de la impotencia, del halo de silencio ácido. Nos imagino provocando
algo más que la perturbación y la condolencia de los transeúntes observantes de
fenómenos. Nosotros -resignados a la fatalidad del azar, como quien no tiene
nada que perder- nos consolaríamos cantando a lo Calle 13 “aquí yo tengo de
to', no me falta na’, tengo la noche que me sirve de sábana”. Los estudiantes
eternos, los que hicimos todo al pie de la letra y coleccionamos grados
universitarios porque la educación era la gran panacea, el rito de pasaje
seguro hacia ese lado del mundo donde la vida es fructífera; toda una
generación extra-culturizada, apareceríamos en la foto con nuestras
pequeñísimas fortunas, con nuestra adultez mitológica, exigiendo una vida digna
al pie de las escalinatas del mundo.
Tengo esta fantasía de huir quedándome muy cerca. De levantar un
puño, un trapo blanco tal vez, de lanzar un grito de guerra y reivindicarme, y
multiplicarme y echar esa nueva semilla mía, tuya, a rodar por el mundo.
Ocuparlo. Es una palabra seria, contundente, un imperialismo de
algo. Me da un poco de miedo, sin duda. Ni siquiera puedo ocupar un cuerpo,
tomar posesión de mis posesiones, colonizar un silencio, asaltar un anillo
gris, azul casi, que rodea un iris negro, un rostro firme y siempre seguro,
siempre hábil, brillante. Ocupar el mundo es tomar posesión de lo propio. Pero
no todo lo que se posee, corresponde. Me pregunto si el mundo nos corresponderá
en esta toma, si él es nuestro como sabemos, si existirá realmente un lugar
amplio, aireado, soleado, para nosotros. Tendría que llorar o salir a ocupar.
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