Tuesday, December 27, 2011

¿Polorriqueños?


¿Leí bien o es que estoy de nuevo adjudicándoles cualidades de ciencia ficción a las noticias? ¿Santini convocó un concurso de decoración navideña y dijo que Puerto Rico será el Polo Norte del Caribe?

“Caramba, me preocupa ese alcalde”, pensé. “Para mí que se cayó de una palma y se golpeó fatalmente la cabeza. O algo grave le ha pasado que se le han afectado tanto las neuronas”.

Cada año me pasa lo mismo con esto de la decoración polar. Primero, la indignación; un sentimiento de ‘trespassing’ emocional y violencia cultural invaden mi alma patriotera. Luego busco una forma de resistencia: “¿Escribir una columna manifestando mi repudio a la estética polar en nuestro espacio público?”

Realmente hubiese sido mi deseo pero tuve que descartarlo. Con el país lleno de santa closes inflables y copos de nieve plásticos en cada esquina, ¿con qué argumento podría defender mi rechazo contundente a la decoración polar? Es tan absurdo todo ese asunto de la nieve y Santa Clós, que ya lo más absurdo de todo es pretender erradicarlo cuando la mayoría de los puertorriqueños parece reiterar que no le importa crear la farsa. Si está estipulado que no importa cuán absurdo, ridículo y de mal gusto sea, entonces lo verdaderamente ridículo es querer seguir imponiendo una supuesta cordura, esa presunta estética razonable del Caribe.

No me diga que la decoracioncita polar no se ha convertido ya en una tradición. Acepte de una buena vez aquello que gustan de repetir los profesores de la IUPI: “¡La cultura es dinámica!”. Comience a hallar la belleza de acudir a una fiesta navideña bien boricua, con un lechón asao’, con sus cantantes frustrados desquitándose con el micrófono, con el último hit de José Nogueras repetido en los intermedios, con los roncitos y el abriguito bobo y la morcilla. Todo esto decorado con los susodichos copos, el exceso de escarcha y los inflables de personalidades misteriosas.

Como dice un anuncio que vi el otro día: ¡No sufra más! Disfrute la Navidad boricua tal y como es. Así, cuando vuelvan a tirar nieve el día de Reyes, usted ya estará curado de espanto. Y quién sabe si hasta mono lo encuentra.

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