Monday, April 30, 2012

Crucifixión


Uno de los vértigos más espantosos tiene que ser el de evidenciar cuando una persona hace un gran ridículo.
La Corporación de Cine retiró el financiamiento  otorgado al cineasta Freddie Marrero quien, desde 2005, trabaja un documental sobre el revolucionario puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos. La directora ejecutiva de la Corporación, Mariella Pérez, había apoyado el proyecto, al que se le adjudicaron fondos, no sólo en Puerto Rico sino también en el exterior. Pérez incluso envió a una funcionaria a Portugal para defender el otorgamiento de fondos.
Pero ahora alega que no puede desembolsarlos porque, supuestamente, “proveerle financiamiento a este proyecto constituiría una violación a la Ley 121 que prohíbe el uso del Fondo Cinematográfico para financiar proyectos para propósitos particulares o que su propósito sea para propaganda político partidista o sectaria”.
A ver. Si algo tiene un propósito, debe ser particular, ¿no? Digo yo, dado que particular es un algo específico.
Next. Prácticamente todo acto, grande o pequeño, toda obra, todo film es político porque asume una posición en torno al poder (del Estado, del cuerpo, del otro…). Si la Corporación de Cine tuviera que retirarle el apoyo a lo político, no podría producir proyecto alguno. Ni siquiera el biopic de Daddy Yanquee.
Claro, ellos hablan de política partidista: ¿Y cuál es el partido político que está detrás de todo esto? ¿Agapito mandó a hacer este documental desde 2005 para ganar en 2012? Pero si fue Acevedo Vilá el que permitió que el FBI cercara una comunidad y asesinara a Filiberto. ¿Qué partido entonces es el que se beneficia de un proyecto histórico, completamente independiente? ¿María de Lourdes Santiago piensa volver a entrar a la Legislatura levantando bien alto el brazo, DVD de Filiberto en mano?
Mariella Pérez ha tratado de hacer su trabajo. Sé que tiene gente buena y capaz asesorándola. Su gran error es estar dispuesta a hacer el ridículo; asumirlo resignadamente como su función. Su gran error es estar dispuesta a cometer un acto de censura; saberse sujeta a un partido político y dejarse mandar por burócratas que no saben de cine ni de cultura.
En este día de la crucifixión, me pregunto cuántas veces hay que mandar a matar a Filiberto Ojeda Ríos.

















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