“El tiempo va a ser mío”. Me he quedado pensando en esa oración de Oscar López Rivera que inspiró la titulación de su entrevista antier en la portada de este periódico.
Algo muere y algo también nace en mí conociendo las cosas que pueden aferrar a un hombre a la vida, a la cordura, al amor y a la lealtad absoluta hacia su país. “El tiempo va a ser mío”. Parece que fuera una de las oraciones más tiernas y avasalladoras que he escuchado jamás. Pero sigo dándole vueltas, porque sé que hay algo ahí que yo no sé explicar; algo que se me escapa demasiado.
Entonces recuerdo. Es como una breve salida airosa, un consuelo ínfimo. Cuando no se comprenden las cosas de esta vida, una puede remontarse a algo que ya haya resuelto su propio misterio, cualquier fragmento de un pasado.
Mi padre siempre consolaba mi ansiedad extrema respecto al tiempo, diciéndome que este era “la medida de la vida”. Si no me equivoco, llegó también a decirme que Pitágoras explicaba el concepto del tiempo como “el alma de este mundo”.
Mucho tiempo después, supe de un hombre al que le “dolía una mujer en todo el cuerpo”. Borges. “Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo”, dice en uno de sus poemas y yo volví a comprender fugazmente, en una mejor luz, esa noción del tiempo cuyo paso absoluto, siempre seguro, puede ser fatal y terrible, terminal. O, por el contrario, una salvación.
“El tiempo va a ser mío”, dice Oscar y yo me quedo con esa bala en la cabeza, con esa sentencia atravesada en el pecho. Lo dice como a quien ya no pueden quitarle absolutamente nada. No diré que lo dice un hombre libre porque no estoy para redundancias ni lugares comunes. Pero de que lo dice un hombre al que le sobra todo –amor, palabras, salud, ideas, convicción– de eso es que no tengo duda.
me encanto tu reflexion!
ReplyDelete