Friday, September 5, 2014

Conspiración




En medio de este eterno regreso de discusiones estériles sobre nuestro “estatus”, ha surgido la noticia de que Julia de Burgos, poeta, nacionalista, pudo haber fallecido a causa de una experimentación médica de las muchas que el gobierno de Estados Unidos ha utilizado por años para hacer daño a personas ‘sediciosas’.
Rápido proliferan las reacciones de que esta es otra “teoría de conspiración” de independentistas. Mientras el país tiene que tragarse la inapetente discusión de los populares sobre sus misteriosas fórmulas de estatus, resulta que los independentistas tenemos “complejo de persecución”.
En efecto, ahora habrá que ahondar en la investigación sobre las causas de muerte de Julia de Burgos. Sin embargo, lo que reluce cuando se descarta el asunto como una teoría de conspiración es una ignorancia apabullante. A nadie que conozca la historia de Puerto Rico puede parecerle insólita esta alegación. A fin de cuentas, el tiempo siempre le ha dado la razón al independentismo que denunció crímenes terribles que por mucho tiempo no espantaron a nadie.
No resultó ser un invento nacionalista que, en los años 30, el Dr. Cornelius Rhoads deliberadamente inyectaba células cancerosas a pacientes puertorriqueños porque esta isla “sólo sería habitable si se exterminaba esta raza”. Como tampoco lo fue el asesinato lento de Pedro Albizu Campos, torturado por las autoridades puertorriqueñas y federales, sometido a radiación involuntaria en la cárcel, contagiado con tuberculosis. La suerte de otros nacionalistas presos fue la misma.
Tampoco fue una fantasía paranoica que a Lolita Lebrón la enviaran 8 meses a un hospital psiquiátrico mientras estaba presa en Estados Unidos, sin evidencia de que necesitara semejante tratamiento. Lolita llegó a contar con mucha lucidez aquel momento, así como parte de las torturas a las que fue sometida, incluyendo la misma irradiación de rayos que denunciaban otros nacionalistas.

La única fantasía sobre la posibilidad de que Julia de Burgos también haya sido víctima de una experimentación médica perversa, es la de descartar que esto sea creíble. Lo único insólito es que, con la experiencia acumulada, no lo hayamos sospechado antes.   

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