Saturday, January 26, 2013

Republiquetas



Toda la vida escuché como un mantra inapelable aquel “¡Dios nos libre de ser una república!”. “Para qué”, me decían espantadas ciertas señoras. “¿Tú no sabes como están esas republiquetas por todo América latina?”.
A mi cortísima edad, no era fácil responder a aquellos planteamientos pues, en efecto, la América latina era un continente sumido en la pobreza y en la corrupción.  
Hace ya años que la mayoría de los países latinoamericanos vivieron el colapso de sus economías y admitieron el gran fracaso de las políticas neoliberales, las más bárbaras, coronadas por el robo y la privatización. Sin embargo, nosotros en Puerto Rico no hemos hecho más que seguir hundiéndonos con gobiernos conservadores, corruptos, que siguen apostando a la privatización como si esta no hubiese fracasado estrepitosamente en toda la región.
Para haber vivido con tanto pánico a ser como nuestros vecinos, la realidad es que aquí cada vez nos parecemos más a aquella Latinoamérica de terribles desigualdades económicas, de corrupción y autoritarismo rampante de los años 70 y 80. De un tiempo a esta parte, usted va a los parques del Condado y se encuentra las sirvientas uniformadas como en las novelas de Televisa, cuidando a los hijos de los ricos. Si averigua un poco, verá que las escapadas de la clase alta puertorriqueña son cada vez más exóticas. Ni hablar de los que pasan la época de huracanes vestidos de astronautas, escocotándose por alguna montaña de nieve.
La crisis económica es contra la clase media: usted y yo. Sin incentivos contributivos, cada vez más explotada, pagando una vida de inflación permanente.
Mientras, en Brasil, el gobierno de Lula da Silva sacó a más de 20 millones de personas de la pobreza, aquí los pobres y la clase media son cada vez más pobres, más explotados y -por tanto- más vulnerables al negocio de la droga y de la muerte. Hoy, nuestro problema es que no estamos ni cerca de parecernos un poco más a Uruguay, un poco más a Argentina, un poco más a Brasil, a Venezuela, a Perú, a Ecuador. Ya quisiéramos nosotros, en este naufragio permanente en que vivimos, parecernos un poco más a cualquiera de esas repúblicas, todavía mejor conocidas por muchos puertorriqueños como ‘republiquetas’.








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