Un
limbo suele concebirse como un estado temporero de suspensión, una especie de inercia
que contiene la promesa de dejar de serlo.
Dice Carlos
Iván Santos, uno de nuestros mejores coreógrafos y co-fundador de Andanza, que
no sabe bien de qué trata su pieza ‘Interludio en el limbo’. Le parece que es
algo bastante abstracto. Lo entiendo.
El
Ballet Nacional de Cuba, de los mejores del mundo, invitó a Ballet Concierto y
también a Carlos Iván al Festival Internacional de Ballet de La Habana. Seis
bailarines del BNC ejecutaron su ‘Interludio en el limbo’. La experiencia fue inmensa
y la prensa cubana entusiasta con la pieza del joven maestro, quien hace unos
15 años dejó el Boston Ballet para iniciarse en la aventura de Andanza.
A su
regreso de Cuba, a Carlos Iván lo esperaba otro limbo: ese permanente en el que
viven nuestras organizaciones culturales incluyendo a Andanza.
Las
cosas han cambiado drásticamente en la última década. Artistas y organizaciones
siguen en un estado brutal de precariedad. Aún así, cada día surgen más iniciativas
extraordinarias pero su supervivencia siempre está en un limbo. No es que el
gobierno tenga que controlar y financiar absolutamente estas industrias pero esta
nueva administración tiene que ser capaz de asumir una responsabilidad seria
con los recursos culturales del país. Empezar a ser generosa y eficiente con
estos sectores y abrir los canales de acceso a las expresiones culturales a la
gente más rezagada. No es aceptable que esta siempre sea la última prioridad,
como si se tratara de un lujo. Estos son los proyectos que sostienen emocional
e intelectualmente a este país.
Cuando
un ciudadano no tiene un peso en el bolsillo, cuando está enfermo, deprimido,
olvidado por el mundo, ¿deja de ser un ser cultural? La cultura, como el
oxígeno, es lo único que nunca cesa. Cada vez es más posible (para algunos hasta
deseable) desvincularse de los procesos políticos de una sociedad.
Desvincularse de la cultura no es y nunca será posible.
Hay
que exigir una reorganización de los recursos y estrategias de desarrollo de estas
industrias. Uno de los grupos más vulnerables a la migración forzada son
nuestros artistas. Si existe alguien
allá arriba, tiene que actuar. De hecho, ya está tarde para ello.
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