No se ve nada en el horizonte. Me lo reitera constantemente el panorama del tedio. Luego cambio la mirada como buscando hacia los lados y pienso que esta ceremonia ya no lo es. Ninguno de los seres humanos que asumen esta hilera interminable tiene garantía de nada. Todo lo que dicen por la radio es un espejismo y la invisibilidad del destino nos hace sospechar de todo. Este es el vacío, me digo, pero una fuerza centrífuga, inexplicable, me arrastra a subir el volumen.
De nuevo, no existen certezas, derechos de conocer nada, no existen justicias ni asuntos de última hora ni posibilidades ni sirenas ni contundencias. Nada. ("Como todo lo nada, buen nada, ni siquiera se asoma de repente en un breve destello"). En esa nada pienso, hacia ella me dirijo y de ella, precisamente, vengo huyendo. Como no hay explicaciones fuera de este lugar, todo parece ser redondo, merecido, afrontado. Te lo dicen por la radio ("Más caro que nada el petróleo") y tú te lo crees. No hay salida. Literalmente.
Dentro de todo, ocurren las cosas pero ya no son pequeñas ceremonias, como dije. Están penetradas por el tiempo, por la periodicidad, por el desaliento que antecede la resignación. Se hacen llamadas, se cuadran balances, se acoge la sobreinformación que, imperceptiblemente, se convierte en desinformación, en orden; y de ahí a la mentira no hay nada, una senda fina, apenas un rastro de tierra que se desintegra con el aire.
No debe existir un escenario más estrambótico a tan tempranas horas, pienso, pero no estoy tan sosegada como aparenta esta oración. Lo que pasa es que hay algo que nos detiene, que nos hace esperar un día más antes de perder la paciencia y salir despavoridos, absolutamente libres e iracundos. (¿Supervivencia, desidia, un último hilo de esperanza?). Cuando una dice "voy a perder la cabeza" -zas- no la pierde. Alzas la mirada y te preguntas varias cosas; miras a un lado, miras a otro, y encuentras un padre que conversa con su hijo, un anciano que canta por lo bajo sin mover casi los labios, otra mujer que se pinta la boca en un gran acto de fe. En ese instante te das cuenta de que, una vez más, has caído en la hoja en blanco de la redención.
Desarmada, vuelves la mirada hacia el panorama del tedio. No se ve nada en el horizonte. Pero sabes -no tienes dudas- que existe algo hacia adelante, “exclusivamente hacia delante”.
Luv it!! La poeta Narváez :) Muy sincero el panaroma que tan elocuentemente has escrito. Me logras transportar en tu propio sentimiento.
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